DOLORES DE CRECIMIENTO
Recuerdo de niña haber sufrido de los "dolores de crecimiento". Son fuertes dolores que se sienten en piernas y brazos y se relacionan con el estiramiento de los músculos y el crecimiento de los huesos. En mi caso lo peor fue que estos dolores aparecían sin previo aviso y de la noche, cuando dormía. Eran tan fuertes que por mucho que tratara de aguantarme me despertaban y hacían llorar.
A pesar de lo dolorosos, había algo que me encantaba, era cuando sin necesidad de llamarlo, mi papá aparecía silenciosamente en mi dormitorio. Yo no tenía que explicar nada, él sabía lo que me pasaba, solo se sentaba a mi lado y me consolaba diciendo: - "Ya hijita, ya va a pasar… Yo te voy a sobar tus piernas, tranquila."
No sé por cuánto tiempo lo haría, pero si sé que él no se iba de mi lado hasta que yo dejaba de llorar y el dolor pasaba. Después me cobijaba, me daba un beso y me dormía.
¡Qué tiempos aquellos!, ¡No hay como tener a un papá a nuestro lado que vela por nosotros, que sabe cuando algo te duele y corre a socorrerte para consolarte!
La vida cristiana es un proceso constante de crecimiento. En algunos puede ser algo lento y en otros más rápido, pero lo importante es que este crecimiento se vea reflejado en una vida que se transforma día a día, para parecernos cada vez más a Jesús.
Esto suena bonito, muy "espiritual", pero transformarnos en el hombre/mujer, hijo, padre o líder que Dios anhela ver en nosotros provoca verdaderos "dolores de crecimiento".
Dios desea que nos desarrollemos plenamente y que nuestra vida sea algo que le honre, que sea un acto de adoración. Sin embargo nuestra naturaleza y forma de ser nos lleva a hacer las cosas a nuestra manera, pensando en nosotros, no en Dios, y menos aún en nuestro prójimo.
"En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido.1ª Pedro 5:10
¿Te duele?, ¿te cuesta?, ¡no te preocupes!, Dios lo sabe y pone a nuestra disposición el ungüento de Su Espíritu Santo para fortalecernos y ayudarnos a salir victoriosos de esos momentos... No estamos solos, él está a nuestro lado y nos dice: "Vamos hijo, ya va a pasar, esto dolerá sólo un poco de tiempo...pero aquí voy a estar”.
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