El amor nos transforma. La relación de
amor más maravillosa, que nos renueva profundamente, es la que cada uno de
nosotros puede tener con Dios a través de Jesucristo.
Con frecuencia oigo a la gente decir: “No
sé si tengo fe, no ser realmente qué es ser cristiano”. Y es que muchas
veces la palabra “Cristiano” la empleamos como sinónimo de un buen
tipo, honesto, y así decimos: “es un buen cristiano” o “no es muy
cristiano”.
Pero si cristiano sólo significara buen
tipo, honesto, todos los que estamos aquí seríamos cristianos. Y
algunos podrán señalar: “Yo soy ateo y buen tipo, simpático, honesto, pero
eso no me convierte en cristiano.” U otros agregar:
“Soy cristiano porque nací en un
entorno cristiano.” Sin embargo, eso no los
Convierte en cristianos, porque ¡nacer
en un McDonald’s, no los convierte en
Hamburguesas! Hay también quienes
dicen: “Yo creo en Dios, yo soy cristiano.”
Tampoco va una cosa con la otra. Porque
Satanás también cree en Dios, ¡pero eso no lo hace cristiano!.
“¿Era usted cristiano al iniciar Alpha?”: “Sí, pero sin una verdadera experiencia de relación con
Dios”, “creyente pero no practicante”; “no estoy seguro”; “vagamente”;
“sí, pero pensándolo bien, ¡puede ser que no!”.
Es como si preguntaran: “Juanita, ¿eres la
esposa de José?”, y que ella contestara: “Sí, pero sin una verdadera
experiencia de relación; creyente pero no practicante; no estoy segura;
vagamente; sí, pero pensándolo bien, ¡puede ser que no!”
Al igual que un trípode descansa sobre sus tres patas,
nuestra seguridad de tener una relación con Dios descansa en el Padre, en el Hijo
y en el Espíritu Santo. Para establecer sólidamente nuestra fe cada uno es
necesario.
LA PALABRA DE DIOS.
A la pregunta “¿cómo sabes que estás
casado?” puedo responder: “Aquí está mi acta de matrimonio. Es la prueba
de que estoy casado.” Es un documento verificable. De igual modo, si
me preguntan cómo es que estoy seguro de mi fe, les enseño este libro
(la Biblia). Las promesas de Dios en la Biblia nos dan la seguridad de
nuestra relación con Él. Nuestros sentimientos no bastan para crear este
vínculo porque son cambiantes y pueden fluctuar en función del clima o de lo que desayunamos.
De golpe nuestro ánimo pasó de un extremo a otro.
Lo mismo ocurre en nuestras vidas. Ocurre una cosa agradable, nos sentimos de maravilla,
y luego llega otra que nos derrumba. Si me fe está fundada en mis sentimientos,
un día pienso “soy cristiano” y al siguiente “no me siento bien, hoy no me
siento cristiano”.
Más que en nuestros sentimientos, nuestra fe
descansa en las promesas
inmutables de Dios. Remitámonos al libro del
Apocalipsis, capítulo 3,versículo 20, una de las analogías que la Biblia
utiliza para explicar cómo establecer una relación de amistad con Dios. Jesús
está de pie frente a la puerta de una casa que representa nuestra vida y dice:
“Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3, 20).
“Abrir la puerta”, “volverse cristiano”, “dar su
vida a Cristo”, “convertirse”, “recibir a Cristo”, es la misma realidad: Jesús
entra en nuestra vida a través de su Espíritu.
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