Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé.Y he aquí que Tú estabas dentro de mí y yo fuera,y fuera te buscaba yo, y me arrojaba sobre esas hermosuras que Tú creaste.Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.Me mantenían lejos de Ti aquellas cosas que, si no estuviesen en Ti, no existirían.Me llamaste y gritaste, y venciste mi sordera;brillaste y resplandeciste, y ahuyentaste mi ceguera;exhalaste tu fragancia, la respiré y ahora suspiro por Ti;te saboreé y ahora tengo hambre y sed de Ti;me tocaste y me abrasé en el deseo de tu paz.Cuando me haya unido a Ti con todo mi corazón,ya no habrá para mí dolor ni afliccióny viva será mi vida, toda llena de Ti.Ahora bien, puesto que Tú haces ligero a quien está lleno de Ti,yo, que no estoy lleno de Ti, soy de peso para mí mismo.Dentro de mí contrastan deplorables alegrías y felices angustias;no sé de qué parte esté la victoria.Ten piedad de mí, oh Señor.En lo más íntimo de mí las tristezas del mal contrastan con las alegrías del bien;y no sé de qué parte esté la victoria.Ten compasión de mí, oh Señor.Yo no escondo mis llagas.Tú eres el médico, yo soy el enfermo;Tú misericordioso, yo miserable…Toda mi esperanza está en tu gran misericordia.Dona, por tanto, lo que me ordenas…¡Oh, Amor que siempre ardes y nunca te consumes,oh Caridad, oh Dios mío, inflámame!
San Agustín, Confesiones, X, 27-29.
Beata Teresa de Calcuta
No hay comentarios:
Publicar un comentario